¿Cuando se debe aplicar la disciplina en la iglesia? 2 | Ps. Ramón

Sermones

¿Cuando se debe aplicar la disciplina en la iglesia? 2 | Ps. Ramón De Jesús | 19/05/19

¿Cuando se debe aplicar la disciplina en la iglesia?

MATEO 18:15-20

CUANDO IMPARTIR LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

Habiendo descrito  el proceso de la disciplina, la pregunta siguiente sería:

¿Cuáles son los casos por los que la persona, de acuerdo con la Palabra de Dios, pudiera ser disciplinada?

En sentido general, podemos decir que las razones para la disciplina están relacionadas a la amenaza o vergüenza que pudieran representar para el nombre de Cristo, de su iglesia y de su causa, o por cosas que pudieran amenazar la estabilidad del cuerpo de Cristo.  Y ¿Cuáles son esas acciones que amenazan la integridad de la iglesia?:

  1. Acciones o palabras que tienden a dividir la iglesia.
  2. Pecados que corrompen la moral o la pureza de la iglesia.
  3. La acusación o difamación contra los líderes de la iglesia.
  4. Asunción y propagación de falsas doctrinas.

1.- Acciones o palabras que tienden a dividir la iglesia.

En Tito 3:10 leemos: “Al hombre que cause división, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio”.   Dios siempre ha estado preocupado por la unidad de su iglesia.  Una iglesia dividida es una iglesia frágil, presa fácil del enemigo, y se constituye en  un mal testimonio para el mundo que observa. Romanos15:17 confirma el mismo principio: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos contra la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”.

Las personas que quieren dividir el Cuerpo de Cristo solo tienen dos oportunidades para arrepentirse. Después de una segunda amonestación, Cristo instruye que se desechen esas personas.  Muchos podrían preguntarse: ¿Dónde están la compasión y el amor de Dios en esta acción? Ambos atributos están en la acción misma, porque Dios sabe que de no ejecutarse esa acción, esta persona seguiría en pecado y, al dividir el cuerpo de Cristo, muchos sufrirían las consecuencias del pecado de una sola persona.

Por otro lado Dios mismo podría intervenir con acciones disciplinarias de consecuencias mayores para detener a quien está atentando contra la unidad y la permanencia de la iglesia.  No podemos olvidar que la unidad y la permanencia de la iglesia son algunos de sus propósitos eternos.

La compasión tiene dos vertientes:

  1. Una es hacia el disciplinado.
  2. La otra es hacia el resto de las ovejas, que no son culpables del pecado que se ha estado tratando de corregir.

Dejar que una sola persona debilite y destruya la iglesia sería  no tener compasión por el resto del rebaño que sufre, y no apreciar la santidad de la novia del Señor.  Decía un predicador norteamericano, en uno de sus sermones, que: “aquellos que no practican la disciplina de la iglesia tienen muy poco aprecio por la Santidad de Dios, una baja consideración de las Escrituras y una baja estimación de la ley de Dios”.

2.- Pecados que corrompen la moral o la pureza de la iglesia.

El texto de 1 Corintios 5:9-11, menciona otras razones para la disciplina de la iglesia.

9. Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 10. No absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idolatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 11. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idolatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”.

Pablo, cuando habla de no andar con personas inmorales, NO se estaba refiriendo a los inconversos, porque de ser así tendríamos que salirnos de este mundo como él mismo afirma.  Su preocupación era por “aquellos que llamándose hermanos, viven de forma inmoral siendo fornicarios, difamadores, estafadores, borrachos…. Con los tales ni siquiera comáis”. Si esto es así, significa que ellos tampoco pueden venir a la iglesia y cuando a estos hermanos se les impide venir a la iglesia es porque ya se les ha aplicado el proceso de Mateo 18 y han sido expulsados.

Según este pasaje, entonces, los actos inmorales por parte de los miembros de la iglesia, ameritan ser disciplinados.  Dentro de estos actos inmorales están la fornicación y el adulterio. La fornicación y el adulterio atentan contra la pureza de la iglesia, y todo lo que atenta contra la pureza de la iglesia, atenta contra la santidad de Dios.  

Lo que atenta contra la santidad de Dios atenta contra su propósito eterno: usar su iglesia a través del tiempo para llevar a cabo su obra de redención.

El adulterio, por otro lado, atenta contra la estabilidad de la familia. Con frecuencia, el adulterio, lleva a divorcios, y estos no solo destruyen   la familia, sino que socavan la pulcritud de la iglesia y la sociedad, que está formada por conjuntos de familias. Dios no va a dejar pasar por alto algo que tiene un costo tan alto.  

3.- La acusación o difamación contra los líderes de la iglesia.

Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice que la acusación contra un anciano es tan grave que no debe ser admitida a menos que haya dos o tres testigos presentes en el momento de la acusación, además de quien acusa por su puesto. V. I Timoteo 5: 19.  

La difamación fue también causada de disciplina en el Antiguo Testamento,  cuando Miriam y Aarón difamaron a su hermano Moisés; como vemos en Números 12: 1-5, 9-13. La difamación de un anciano es algo que tiene el potencial de sacudir los cimientos de la iglesia, por tal motivo,  no debe permitirse a menos que hayan varios testigos, esto evita que alguien mal intencionado dañe al Cuerpo de Cristo.

En los casos de caídas por parte de líderes de la iglesia que estuvieran desempeñando el ministerio pastoral, la Palabra es clara en torno a cómo debe ser llevado a cabo  este proceso disciplinario: V. I Timoteo 5: 31-22 A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad”. Obviamente,  la caída de un anciano es algo de mucho mayor peso, y de ahí la necesidad de su reprensión pública.  La idea es que los otros líderes adquieran un mayor temor de caer. Notemos que Pablo instruye a Timoteo a que lleve a cabo este proceso sin parcialidad ni acepción de personas.

4.- Falsas doctrinas.

Igualmente la corrupción de los líderes de la iglesia trae inmensas repercusiones sobre la vida de la iglesia,  de esa misma manera, la corrupción de la enseñanza del cuerpo de Cristo tiene un efecto devastador. Esa es la razón por la que leemos una acción tan severa contra estas dos personas que Pablo menciona por sus nombres personales en su primera carta a Timoteo 1:20: “De los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregue a Satanás para que aprendan a no blasfemar”.

El texto no nos dice de qué manera estos dos líderes blasfemaron, pero la blasfemia, sea del tipo que sea, corrompe la revelación de Dios y eso no es poca cosa.  A la luz del resto del Nuevo Testamento, entregar a alguien a Satanás es equivalente a su expulsión de la iglesia, con lo cual el individuo queda sin la bendición que representa pertenecer al cuerpo de Cristo con todos los beneficios de enseñanza, discipulado, consejería, amonestación, oración, y adoración, entre otras bendiciones.  

De ese modo queda a expensa de los ataques de satanás, pero todo esto siempre con la intención de que las consecuencias que pueda sufrir le hagan retroceder de su camino de pecado. V. 1 Corintios 5:1-11.

La disciplina de la iglesia se lleva a cabo para corregir a los miembros del cuerpo de Cristo, de manera que toda conducta errada pueda ser dejada a un lado para retomar la conducta correcta.  Hay que recordar siempre que la disciplina se imparte con la intención de proteger la integridad de la iglesia de Jesucristo y al que está en pecado para que este no sufra mayores consecuencias, pero también para proteger a los demás, porque si el indisciplinado permanece en las filas de la iglesia, esta se contamina y entonces Dios tendría que disciplinar a la iglesia entera.

En tal sentido, mantener la pureza de la iglesia es algo primordial. Con un poco de levadura se echa a perder toda la masa. Así mismo, el pecado que no es disciplinado se propaga, ya que los demás terminan copiando las mismas conductas pecaminosas.

Reivindicar el nombre y la santidad de Dios cuando se ha violado su ley y proteger la santidad de la iglesia que Él llama “su esposa”, debe ser, siempre y bajo toda circunstancia, lo primero  y más importante, no solo para todo Pastor o líder cristiano, sino para todo aquel que diga llamarse hijo de Dios.

Finalmente: debemos recordar que:

aquellos que no practican la disciplina de la iglesia tienen muy poco aprecio por la Santidad de Dios, una baja consideración de las Escrituras y una baja estimación de la ley de Dios”.

  • Propiciamos división y matamos la unidad de la iglesia cuando practicamos el chisme, la crítica, la murmuración y el dar malos consejos. Esto es objeto de disciplina en la iglesia.
  • Debemos cuidarnos de los pecados sexuales, porque ellos empañan la santidad de Dios, la pulcritud de la iglesia, y la unidad de la familia. Por ende esto amerita disciplina.
  • Debemos cuidarnos de caer en el pecado de difamación, critica o acusar antojadizamente a los líderes de la iglesia, porque eso traerá destrucción repentina a nuestras familias, ya que nuestros hijos, al oír estas difamaciones, van a perder su sensibilidad por las cosas de Dios.
  • Debemos cuidarnos de las falsas doctrinas, porque constituyen un instrumento del diablo para destruir la fe genuina de quienes se desvíen hacia ella.
  • Entendamos que si al amonestar en dos o tres ocasiones a quienes incurren en estas acciones pecaminosas, continúan en sus disoluciones, entonces se hacen reos de la excomulgación de la comunión de la iglesia, quedando así expuestos a las manipulaciones de satanás, pero todo esto siempre como una muestra de amor de Dios por el resto del rebaño y por el mismo infractor.

Autor: Ps. Ramón De Jesús

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